Proceder con el análisis de un texto de Fabrizio de André es una operación que viste a la persona responsable de una gran responsabilidad, tanto por la ingeniosa y viva complejidad de los textos cuanto por el aura sagrada de la cual Faber está envuelto. Se necesita un momento para desgranar los versos del cantautor genovés, ahora claramente impreso en la memoria literaria, así como por supuesto musical, italiana. La premisa necesaria sirve como recordatorio: escribir lo que es necesario, no más.
La canción que trataremos de comprender más profundamente es una de las más apreciadas de De Andrè: "Verranno a chiederti del nostro amore (Vendrán a preguntarte sobre nuestro amor)".
Antes de nada necesitamos enmarcar el contexto en el cual nace la canción. Octava pista del álbum conceptual "Storia di un impiegato", es el penúltimo acto. El empleado protagonista del álbum ha visto fracasar su proyecto subversivo. La bomba que colocó no alcanzó los centros neurálgicos del poder, sino un humilde quiosco de periódicos y él, derrotado, es arrestado y llevado a la cárcel. Celda desde la que dirige sus pensamientos a su esposa, víctima honorífica de la maquinaria mediática vuelta toda ella contra él, compañera del terrorista ahora caso nacional.
Contextualizado, el texto resulta de una comprensión más accesible. La capacidad de escritura del cantautor, sin embargo, hacen posible la abstracción de los versos de la obra, haciendo que las imágenes de la vida sean más comunes, habitables y compartidas por el oyente incluso fuera del álbum.
Proceda ahora estrof por estrofa.
Cuando anticipándose a tu estupor
vendrán a preguntarte por nuestro amor
a esa gente consumida de tanto hacerse escuchar
un amor tan largo
tu no se lo des apresuradamente.
Inmediatamente los buitres de las noticias, los lucrativos de la tragedia, los que se regodean en las necesidades de los oyentes, tocarán la puerta de su esposa en busca de ideas apresuradas y banales, sobre las cuales montar una historia que dar a su audiencia. Es imposible resumir el amor, algo tan complejo, en un producto simple y vendible para los comerciantes de palabras vacías. La mercantilización de las emociones es un miedo vivo en el corazón del prisionero, una mercantilización que había intentado combatir, aunque sin éxito, con el ataque.
No abras tanto tus labios a un atasco de palabras
tus labios tan cautos en las fantasías del amor
después del amor tan seguros en refugiarse en los “siempre”
en la hipocresía de los “nunca”…
no he conseguido cambiarte,
no me has cambiado, lo sabes.
Le pide a su esposa no caer en el torbellino de las frases lacrimosas y de Perogrullo que de ella se espera, no tratar de dar más de lo que era su "amor". Amor, si puede llamarse así entre los dos, que ya se muestra estéril en esta segunda estrofa. Ella nunca ha logrado superar los frenos inhibidores y en su amor nunca logró sentirse abrumada por las emociones.
El escondite de la mujer siempre ha sido el de los comentarios que se dicen cuando no se tiene nada más que decir, pero se dicen porque se tiene miedo de no decir nada: seré tuyo para siempre y serás mío; nunca nos dejaremos. Palabras impregnadas de significado pero inhibidas por una hipocresía latente, pero a la vez clara. El párrafo se resuelve en una declaración lapidaria de la esterilidad de su relación. En una relación se evoluciona, las barreras se difuminan y uno se conocemos más. Ellos, sin embargo, no han cambiado. Siempre cerca, quizás, pero nunca juntos. Dos individuos cuyas esferas se autoprotegían bien para no ser turbadas.
Y detrás de los micrófonos traerán un espejo
para embellecerte y pensarme ya viejo;
tu regálales un maquillaje que conmigo no llevabas
y ellos se asombrarán
de que tú no me bastarás.
En el circo mediático que se montará sobre la mujer, interpuesta entre los entrevistadores y el entrevistado, un espejo. La mujer, cada vez más en el centro de atención aunque por "mérito" de su marido, inevitablemente lo olvidará, hipnotizada por las luces del espectáculo. Y así terminará pavoneándose de sí misma o creándose una máscara para cubrir su propia hipocresía. Creará un castillo de imágenes especialmente construidas para servir al público y eliminar aún más la memoria de su esposo. Envejecido y humillado, representado como un hombre sombrío e inmoderado que prefería su vanagloria al límpido amor de esa bella mujer que continúa brillando en los reflejos de sus hipocresías.
Diles también que el poder lo he arrojado de mis manos
donde el amor no era adulto y te dejaba arañazos en los pechos,
para volver después del amor
a las caricias del amor
era fácil a esa altura
No has conseguido cambiarme,
no te he cambiado, lo sabes.
Aunque normalmente el significado del primer verso se entiende como la violencia de la bomba lanzada físicamente por el empleado ahora en la cárcel, es posible reconocer una interpretación diferente. Sería difícil explicar de otra manera el uso de la conjunción donde. Aquí, entonces, es posible que el poder del que hablamos y del que debe hablar la esposa del prisionero sea el poder de llevar la vida con serenidad (vida fácil, dejándola transcurrir por sí sola), serenidad rechazada por el marido sin temor alguno a las consecuencias de llevar a cabo el ataque.
Me explico mejor. Antes del ataque, la vida de los dos transcurría, a pesar de la insatisfacción mal disimulada, con tranquilidad. El amor no era adulto, no eran cómplices de ninguna manera. De hecho, como se dijo antes y como se reiteró al final de la estrofa antes mencionada, ambos no se sometieron a las influencias del uno en el otro. Esta ausencia de afecto sincero y verdadero a veces se expresaba en la violencia durante el sexo, los rasguños en los senos, la expresión de la insatisfacción reprimida. Sin embargo, cuando terminaban estos actos, era simple, natural, volver a la caricia del amor, a la serenidad, aunque no del todo satisfactoria. El poder del hombre está en la capacidad de su hipocresía para reprimir sus sentimientos sinceros: la violencia, el odio contra el poder y la sociedad y la ausencia de un amor pleno y vivo por su esposa. En apoyo de esta interpretación, recuerdo los versos de la tercera canción del álbum, "La Bomba in Testa": "Quien sabe lo que se siente al liberar / la confianza en las propias tentaciones / alejar a los intrusos / de nuestras emociones".
Probablemente uno de los intrusos fue su esposa.
Diles que tus ojos me los han devuelto siempre
como flores regaladas en mayo y restituidas en noviembre
tus ojos como envases retornables para quien te ha dado trabajo
tus ojos contratados desde hace tres años
tus ojos para ellos.
Los ojos de su esposa siempre han devuelto esa inútil búsqueda de belleza de su amor. Las flores regaladas en mayo, el período de máxima floración, se devuelven en noviembre, el mes inaugurado con el día en que se celebran a los muertos. La frenética búsqueda de declaraciones banales floreció, esas hijas de "siempre" y "nunca", ya menciondas en la segunda estrofa. Su amor chocó fatalmente en la muerte de las emociones, nació ya muerto, se ahogó en la hipocresía. Sus ojos son ahora contenedores de emociones para llenar a voluntad, contratados por periodistas, por curiosos, que están dispuestos a rebuscar para encontrar aquello que necesitan para escribir su artículo o para satisfacer su sed de curiosidad, para llegar al fondo y construir la vida de dos extraños.
Ya solamente buenos para tamizar playas con la excusa del coral
o para arrojarse a un cine con una piedra al cuello
y demasiado cansados para no avergonzarse
de confesarlo en los míos
justo idénticos a los tuyos…
han conseguido cambiarnos
lo han conseguido, lo sabes.
No se deja a estos ojos profundizar en sí mismos para expulsar los sentimientos débiles y alimentar a los transeúntes. Y tamizan con dificultad porque la búsqueda es complicada, como el coral en una playa. En la inmensidad de la playa, de su alma rara vez perturbada por su amor, es difícil ver la belleza del coral. O incluso sus ojos pueden consolarse en la visión de películas melancólicas, para hacer compañía en la conciencia del vacío de sus sentimientos.
Sin embargo, no pueden continuar sosteniendo firmemente esta máscara frente a la de su esposo. Incluso sus ojos conocen esta desolación y en sus ojos su esposa no puede mentir de ninguna manera. El círculo está casi completamente cerrado. Ahora el castillo de las hipocresías los ha tragado a los dos y hasta ha modificado su percepción de ellos mismos. Donde el débil sentimiento que de algún modo los unía falló, la violencia de la falsedad autoimpuesta tiene éxito. Ambos han sido cambiados.
Pero sin que los demás sepan nada de esto,
dime sin un programa, dime, ¿come se siente uno?
¿seguirás admirándote tanto como para quererte llevar al dedo? [casarte contigo misma]
¿harás el amor por amor o por tenerlo garantizado?
La confesión invocada en la estrofa anterior toma forma en los siguientes dos. Es en esta parte de la canción que la mujer es perseguida por las preguntas retóricas y punzantes de su marido. Intenta provocar un shock interno a ese caparazón de emociones vacías en que se ha convertido su esposa, ahora a merced de los acontecimientos. Busca una reacción que probablemente no llegue. Luego la llama al confesionario, sin mirar y escuchar a los demás, y le pregunta qué será de ella sin un camino adecuado a seguir. Su narcisismo es impulsado vorazmente por las cámaras que la interrogan sobre su marido. Pero ahora es tarde, ella quiere casarse consigo misma, ella es la esposa, ella es el marido. Se refleja en sus respuestas y es engullida por su propia máscara que se ha despojado incluso del sentimiento más elevado, del acto más profundo: el amor.
¿Escoges hacer el amor porque lo deseas, impulsado por un deseo sincero, o para alimentar aún más tu ego y vanagloriarse del poder de poder hacerlo?
¿Irás a vivir con Alice que se hace el whisky destilando flores
o con un Casanova que te promete presentarte a sus padres?
¿o te quedarás más sencillamente
donde un momento vale otro
si preguntarte por qué…?
¿continuarás haciéndote elegir
o por fin elegirás?
Asimismo, en esta última estrofa, la conexión con De Gregori, Alice, una mujer intangible y cabeza hueca, siempre expulsada del mundo que la rodea. ¿Es este el fin para la esposa? ¿O tal vez, aún peor, será engañada por las promesas de un ladrón?
El peor final, sin embargo, y probablemente aquel que el marido prevee, es el del abandono a la abulia (a la falta de energía/voluntad). Cuando uno se entumece por la ausencia de voluntad pura, los momentos se convierten en un fango mohoso, sin ningún valor. En la calidez de la falta de responsabilidad, en la falta de preocupaciones y de ir por la vida sin la fuerza para luchar contra ella, para elegirla. Proseguir la vida como una víctima, indefensa.
https://www.lascimmiapensa.com/2017/10/30/verranno-a-chiederti-del-nostro-amore-analisi |